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7 oct 2010

Pre Asamblea Diocesana 2010

Con el objetivo de conocer y asumir juntos nuestra Asamblea Diocesana como pilar de conversión y revitalización de la PJ Diocesana se realizó la pre asamblea de la PJ Diocesana, en la Parroquia Domingo Savio desde las 8 a 17 hs. El objetivo fue visualizar todo lo que será la Asamblea, Metodología, Conceptos, Instrumento previo, para clarificar ideas y definir asamblearios.

Para mayor información pueden comunicarse al email de la pjd: pjdsanlorenzo@gmil.com

Fotos aquí

Bicentenario de la Nación Paraguaya


 Desde hace unos años, los países de toda Latinoamérica han iniciado los preparativos para festejar un hecho que cambió la vida de todo el continente: el bicentenario de la independencia. 200 años atrás, en cada país latinoamericano comenzaba a surgir una identidad propia, un sentir más nacional.

Paraguay, en el año 1811, se integró a ese grupo de países que soñaban, hace 200 años, con tener una patria más nuestra, más libre… Y así fue.

Ahora, a poco menos de un año de festejar nuestros 200 años de vida independiente, nos preguntamos: ¿Comprendemos la importancia de este festejo?, ¿Estamos preparados para revivir lo que, hace 200 años, un grupo de jóvenes nos regalaron, con un valiente gesto de querer que las cosas sean distintas?, ¿Somos conscientes de lo que representa, 200 años después, el festejo de nuestra independencia?

Con motivo de ayudar a los jóvenes de todo el país a comprender el sentido del bicentenario de la independencia, el sentirnos más paraguayos, la Pastoral de Juventud del Paraguay ha designado a un grupo de jóvenes para los preparativos, animación y motivación, la “Comisión del Bicentenario”.


Breve reseña histórica paraguaya y de la Iglesia en el Paraguay

Desde el 15 de mayo de 1881, nuestro pueblo logró su independencia de España, logrando así el nacimiento de nuestra nación. Estamos a poco menos de un año en celebrar ese acontecimiento.

A partir de ese entonces, hemos vivido momentos pujantes, como también momentos de crispación, momentos de progreso y momentos de tragedia; pero a pesar de todo, nos hemos podido sobreponer.

Doscientos años que nos han permitido, a nuestros antepasados u a nosotros, forjar una identidad propia, en medio de procesos históricos complejos que devienen de innumerables factores.

La Iglesia Católica en el Paraguay no estuvo ajena a estos procesos históricos. Ella estuvo presente desde el encuentro de los hispanos y aborígenes, permitiendo dar a conocer la novedad del Evangelio, por medio de sus distintas congregaciones religiosas. Acompañando así a la etapa colonial, llevada a cabo por la Corona Española. En estos tiempos, la luz de santidad es iluminada para dar un mensaje de nueva esperanza para los nativos, en la persona de Roque González de Santa Cruz, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo.

En los albores de la independencia, la Iglesia, en donde algunos de sus hijos acompañaron la gesta histórica que permitió nuestra autodeterminación como pueblo soberano. Es bueno recordar al Pbro. Francisco Javier Bogarín.

Desde ese momento, hasta los tiempos de la Guerra Grande, acompañó con la guía pastoral a todo el pueblo, en la medida de sus posibilidades. Fue un tiempo de conflictos internos en la Iglesia, como también políticos con el Estado, que en tiempos del Dictador Supremo, las relaciones fueron tensas.

Llegado el tiempo de la Guerra Grande, la Iglesia acompaña a las tropas para elevar el ánimo del ejército para la entrega suprema. Ya de por sí, la guerra constituye un hecho trágico. No debemos olvidar que durante el conflicto hubo ajusticiamientos de miembros de la Iglesia por el tribunal de San Fernando, donde fueron fusilados el Obispo Manuel Antonio Palacios y otros sacerdotes.

Al finalizar la Guerra, todos los sectores de la sociedad fueron afectados. Una población diezmada, desmoralizada y ultrajada. La Iglesia paraguaya tuvo que levantarse del sitio del dolor y comunicar esperanza. Pero a esta peregrina, el dolor por la pérdida de muchos ministros, también ocasionó un motivo de desorganización total. Desde esa situación y con la esperanza en el Señor y en la misión encomendada, se puso a acompañar al pueblo en la reconstrucción de la nación. Esto fue durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.

En la década de los años 20, la diócesis del Paraguay deja de ser dependiente de la Arquidiócesis de Buenos Aires, para ser elevada al rango de Provincia Eclesiástica del Paraguay, con la Arquidiócesis de Asunción y creándose las diócesis de Concepción y Villarrica. Todo eso para una mejor atención pastoral y una autonomía propia, solo dependiendo directamente de la Santa Sede.

La sombra de la guerra vuelve a ceñirse en los destinos de la nación. Desde 1932 a 1935, los hijos de la nación paraguaya defendieron la soberanía territorial del Chaco Boreal de la nación boliviana. En la década de los 40 ocurre otra guerra, pero fratricida, es la que toca enfrentar a los paraguayos: la Guerra Civil de 1947.

En estos tiempos, otra luz de santidad para muchas personas es vivida. Son los tiempos de apostolado y servicio de Felicia Guggiari (Chiquitunga) en la Acción Católica y en el convento de la Congregación del Monte Carmelo en Asunción.

La Iglesia, bajo el pastoreo del Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, primer arzobispo de Asunción, tuvo que acompañar a todo el pueblo en estas trágicas circunstancias. Él es recordado como un gran pastor de la Iglesia, ferviente defensor de la identidad nacional y comprometido con los más indefensos.

Durante la dictadura del General Alfredo Stroessner, la Iglesia se convierte en la “voz de los sin voz”, defendiendo a los pobres, campesinos, perseguidos políticos, ante las persecuciones e injusticias. Es bueno recordar a muchos pastores, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas que dieron su vida por la libertad. Se recuerda principalmente las figuras de Monseñor Anibal Maricevich y Monseñor Ismael Rolón.

La Pastoral de Juventud en el Paraguay daba sus primeros pasos en la década de los años 70. Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y muchísimos jóvenes activos son los que, en medio de las dificultades y la novedad del Concilio Vaticano II, las conferencias de Medellín y Puebla, forjan las primeras líneas de articulación del servicio a los jóvenes.

En la década de los 80, en medio de las represiones, la Iglesia se enfrentaba a los aparatos represores, consciente de su voz profética. En eso, la Policía persigue a muchos agentes de pastoral, de distintas diócesis, por su compromiso con la justicia y la libertad. Consecuencia de ello, en esta década, es allanado el Departamento de Juventud de la Arquidiócesis de Asunción, confiscando sus archivos.

En tiempos de transición a la democracia, la Iglesia sigue siendo la institución más creíble. En estos tiempos, la Pastoral de Juventud en el Paraguay logra la mayor articulación, con mayor presencia de las diócesis y grandes esfuerzos en la implementación de acciones conjuntas para la atención a los jóvenes de distintas partes del país.

Con estos podemos contemplar que en la historia de la nación paraguaya también hay una historia de salvación, donde Dios es protagonista por medio de la Iglesia, con sus luces y sombras.


Objetivo de la Comisión

·           Conmemorar el bicentenario del Paraguay y reavivar el compromiso social en los jóvenes

·           Promover la conmemoración del bicentenario del Paraguay con acciones concretas para suscitar en los jóvenes una cultura de cambio


Actividades planteadas

·           Elaboración de un material o un boletín

·           Elaboración de la bandera

·           El concurso de un himno

·           Elaboración de un eslogan y un signo

·           Elaboración de un video motivacional

·           Uso de los materiales que salen sobre el bicentenario

 
La bandera del bicentenario
Objetivo: Despertar en los jóvenes del Paraguay  un compromiso con la patria.

Al año de preparación para la celebración del bicentenario, los jóvenes de la Iglesia Católica quieren compartir con los jóvenes reflexiones pastorales y patrióticas desde la fe en la persona de Jesucristo, Hijo de Dios y Príncipe de la Paz. Dentro de la Misión Continental Permanente, es muy oportuno colaborar con nuestro país, destacando la unidad entre promoción humana, evangelización y patriotismo.

Junto con los otros símbolos de la patria (el Himno y el Escudo), la bandera nacional es un lenguaje que debemos descifrar y hacer hablar, no solo con palabras, sino con nuestras vidas ciudadanas. Por eso debemos conocerla para amarla más. La explicamos brevemente.

Los colores de la bandera del Paraguay simbolizan la justicia (rojo), paz (blanco) y libertad (azul). Además representan el patriotismo, el heroísmo y el coraje (rojo), la pureza, la unión y la paz (blanco), y la libertad, el amor, el conocimiento y la verdad (azul).

El escudo ostenta una Estrella de Mayo, rememorando el mes de la independencia (mayo de 1811). De un lado, un león custodiando el gorro frigio representa la defensa de la libertad bajo el lema “Paz y Justicia”, y del otro lado, un escudo de armas con una estrella en un campo azul rodeada por laureles y el nombre “República del Paraguay” en un aro rojo.

Nos motiva el momento histórico de la celebración del bicentenario de la independencia nacional. Es una oportunidad magnífica de reflexión lanzada a la acción pastoral a partir de los tres grandes valores nacionales: justicia, paz y libertad. Así poder ofrecer a la nación, desde nuestro servicio misionero y evangélico, algunas líneas fundamentales que parten del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y que son actualizadas por la Doctrina Social de la Iglesia. Creemos que pueden marcar el rumbo de la cultura de la justicia, de la paz y de la libertad, para los tiempos nuevos que vivirá nuestro país al iniciar el tercer centenario de la independencia patria. Esta tarea es un deber de todo ciudadano, de las familias, de las instituciones públicas, de la Iglesia y particularmente de la juventud. Nadie debe ser indiferente a ella.

La Iglesia Católica ha acompañado en primer plano el desarrollo de esta nuestra historia, muchas veces marcada por épocas de relativa paz, a pesar de las tensiones y de los conflictos permanentes aún no resueltos definitivamente por sus protagonistas. El clamor del pueblo paraguayo por la justicia, la paz y la libertad, sobre todo los que no empuñaron las armas como las mujeres y los niños, se hizo más fuerte y vehemente en épocas de las dos guerras internacionales sufridas y durante las numerosas revoluciones civiles que nos marcaron profundamente. El pueblo siempre ha querido vivir en paz con justicia y libertad, pero, lastimosamente, sus gobernantes se vieron envueltos en la violencia de las armas y de la muerte. Hoy, como ayer, la humanidad ha tenido siempre alternativas pacíficas a la solución de los conflictos mediante la guerra.

Por eso, más que nunca nos urge hoy, en vísperas del bicentenario, la toma de consciencia de nuestra historia que, no siempre fue y es historia de paz, justicia y libertad.  La reflexión sobre los tres valores que derivan de los tres colores del pabellón nacional, símbolos que trazan en el horizonte histórico metas de alta densidad espiritual, moral y social y la colaboración solidaria de todos los ciudadanos que vivimos en el hermoso suelo patrio nos aseguran tiempos nuevos donde florezca la paz, fruto de la justicia, de la libertad, de la verdad y del amor.

Por esta razón, queremos invitar y ayudar a que en Paraguay se multipliquen los lugares de encuentro, de diálogo, de discusión fraterna y respetuosa. El tiempo de bicentenario es momento de esperanza y nuevos esfuerzos para construir juntos renovadas amistades para generar nuestro futuro. El bicentenario es tiempo para vivir una Paraguay en que todos puedan tener pan, respeto y alegría, donde siempre Dios tiene su puesto, el principal y el preferencial. Este momento de preparación a la celebración del bicentenario, la Iglesia confía una tarea muy interesante a la juventud: el proyecto de la “Bandera del Bicentenario”.

Ella consiste en:

1. Hacer una bandera con retazos o cortes de telas roja, blanca y azul. Cada joven trae un retazo del color elegido que simbolice la virtud al cual se dedicará a luchar por conquistarla. Recordemos, los colores de la bandera paraguaya simbolizan la justicia, el patriotismo, el heroísmo y el coraje (rojo), la paz, la pureza, la unión (blanco), y la libertad, el amor, el conocimiento y la verdad (azúl).

2. Cada joven mencionará su compromiso sobre los Evangelios de que “reconstruirán el tejido social de la nación paraguaya”, estampará su firma en el retazo o corte traído, lo hará en un acto público, al finalizar una misa sobre el altar o fuera, en la explanada, en una sencilla ceremonia.

3. Luego entregarán los retazos o cortes con los nombres y compromisos de los jóvenes a los encargados, por PJ parroquial, por diócesis y nacional, para añadirlos, cosiéndolos a la bandera del bicentenario como un signo de fiel reconstructor de la nación.

4. Cada franja de la Bandera del Bicentenario tendrá un metro de anchura, que se presentará en la peregrinación de jóvenes del 2010 con los primeros 50 metros por diócesis. El 2011, tendrá 100 metros por diócesis. La idea es que los jóvenes se sientan protagonistas de la reconstrucción de la nación, y sean partícipes de la hechura de la bandera, que para esa fecha tendría 1.400 metros de largo y presentaría al pueblo cuando se conmemore el bicentenario del Paraguay. Será un hermoso gesto patriótico.

La tarea es renovar el país a través de estos valores y el signo es la construcción de la bandera y lo que hace importante es cada retazo o corte con su compromiso, que sea real para la sociedad y para cada persona. Así mismo se propone realizar tres gestos comunes de los tres valores realizando un trabajo – compromiso, de manera que el gesto no sea solo firmar, sino que sea un auténtico compromiso patriótico.


Reflexiones finales

Esperamos que con estas iniciativas, la Pastoral de Juventud en el Paraguay pueda renovarse y renovar a la sociedad paraguaya hacia una Civilización del Amor. Contamos con el apoyo de las PJ’s de las distintas diócesis.

Santa María, Madre de los jóvenes, ¡ruega por nosotros!



Créditos

Marlene Villagra, Miguel Ascurra, P. Nestor Ledezma, Federico Vallovera, Carlos Rojas, Ramón Fernández, María Lezcano y Gustavo (Chopper)

San Lorenzo se vistió de Juventud

Más de 2000 jóvenes de la Diócesis de San Lorenzo peregrinaron, como desde hace 11 años, festejando los 10 años de la Diócesis y el día de la juventud de una manera diferente. Este año reflexionaron sobre "La juventud que no vemos".

Con gran alegría y entusiasmo se congregaron en la Parroquia Domingo Savio, desde tempranas horas de la mañana. Partieron luego en una interminable caravana de jóvenes vidas entre cantos, risas y alegría hasta la Catedral de San Lorenzo, donde fue celebrada la Santa Misa en la explanada. Terminada la ceremonia, los jóvenes compartieron su manifiesto cargado de pensamientos, sentimientos y esperanza joven: "soñamos con un país más justo, sin violencia, con iguales oportunidades para todos y donde podeamos ser protagonistas del hoy" son las palabras que sonaron más fuerte del sentir de la Juventud.

Luego los jóvenes compartieron un festival donde bailaron y cantaron con el Ballet Diocesano, Huha, y desde Argentina los cantantes católicos Kiki Troia y Carlos Seoane.